(2013 JUNIO 24 LUNES) (Juan José Saavedra-Abracadabra-El País)
La corrupción es de tal tamaño que ya no le exigimos al ‘prócer’ que sepa
leer sino que no robe, o que no robe tanto.
Eso nos ha llevado a conformarnos con personajes honestos, pero incapaces.
Sin darnos cuenta de que la escasez de cacumen produce, a veces, más daño
que la corrupción.
Una de las manifestaciones de la cortedad es la superficialidad.
Como creer que la firma de un papel en La Habana equivale a la paz; o que
las ollas se acaban regándolas por la ciudad; o que la causa de la violencia
está en las armas.
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