(2012
OCTUBRE 04 JUEVES) Recomiendo especialmente leer este artículo que se explica por sí mismo, que apareció publicado en el Diario Vanguardia Liberal de Bucaramanga.
“Con otro Congreso
Autor: Epistolas Laicas
En Colombia somos demócratas, respetuosos de nuestro orden constitucional.
El Congreso es indispensable, porque no es él el que roba, el que trafica, el
responsable como origen de toda corrupción, el que se comporta ante los
colombianos como la fuente de toda vergüenza, la mayor ignominia para nuestra
patria. No. Son los congresistas. Por ello el país clama por borrar a todos los
actuales y conformar un Congreso nuevo, con nuevos parlamentarios elegidos por
sistemas diferentes, con exigencias distintas, con condiciones nuevas, con
salarios diferentes, con pasado y comportamientos públicamente escudriñados,
sin prebendas, con solo autoridad corporativa, sin reelecciones y con dignidad
demostrada. Envidiamos los comentarios del extraordinario documental sobre
parlamentarios suecos. En Suecia no son ellos una vergüenza para el país como
en Colombia, sino un honor para su gobierno e íconos para su patria.
En Suecia los políticos no tienen privilegios. Es monarquía pero el Rey
hace mucho perdió todos sus poderes. Quien decide el rumbo del país es la clase
política, que no tiene derecho ni a lujos ni a privilegios. Sus diputados
federales viven en apartamentos personales de 40 m2., espacio suficiente para
que vivan en la capital durante la semana. Un único cuarto sirve de sala y de
dormitorio.
Ningún apartamento funcional tiene lavandería. Es comunitaria y deben
anotarse en lista para que ellos mismos laven su ropa. Algunos diputados tienen
aún menos espacio: 18 m2. La cocina también es comunitaria. No hay empleadas
domésticas y las reglas son muy rígidas, exigiéndoseles estricto aseo y orden.
(Städa Upp). Antes de 1990, los apartamentos funcionales no existían. Los
parlamentarios dormían en sofacamas en su propio despacho, en el mismo
Parlamento. Su despacho tiene 18m2. Ninguno tiene secretaria ni ayudante
particular y ninguno tiene derecho a vehículo con chofer.
Declara un sueco del común: “Soy yo, con privaciones sensibles, quien paga
a los congresistas. No veo ninguna razón para que mi dinero sea usado para
darles una vida de lujo. Si no les sirve así, que ni siquiera se postulen. En
Suecia, no permitiríamos que el Parlamento fuera madriguera de buitres con
depósito de carroña”. Los colombianos gritamos: En Colombia sí.”
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